Los grandes poetas
  Gonzalo de Berceo
 
Gonzalo de Berceo

Gonzalo de Berceo (Berceo c. 1197 - antes de 1264), también conocido como Gonzalo de Guillezzi, fue un poeta español, el primero de nombre conocido en lengua castellana, principal autor en el siglo XIII del llamado Mester de Clerecías.

Biografía:

El riojano Gonzalo de Berceo se educó en el monasterio de San Millán de la Cogolla ("en Sant Millán de Suso, fue de niñez criado") y llegó a ser un clérigo secular que trabajó primero como diácono (1221) y luego como preste o presbítero (1237), maestro de los novicios y, según Brian Dutton, notario del abad Juan Sánchez en el citado monasterio de San Millán de la Cogolla. Tuvo un hermano que, como él, era también clérigo. Recibió una educación muy esmerada, pues se formó entre 1222 y 1227 en los recientemente creados estudios generales (un antecedente medieval de las modernas universidades) de Palencia, los primeros que hubo en España y fundados por el obispo don Tello Téllez de Meneses que Berceo nombra en sus obras; allí había cuatro cátedras: Teología, Derecho Canónico, Lógica y Artes (gramática), por lo que el futuro poeta recibió una formación novedosa y muy superior a la de los otros eclesiásticos de su mismo nivel. Sin embargo, al principio del siglo XIII, el monasterio de San Millán atravesaba un periodo de decadencia de su antiguo esplendor, que el poeta intentó combatir con sus escritos; debió fallecer ya mediado el siglo XIII, después de 1264.

Berceo fue el más importante representante del mester de clerecía. Depuró el idioma castellano creando la lengua literaria, para lo cual trasvasó numeroso vocabulario desde el latín (cultismos) y recurrió a fórmulas de la literatura oral tradicional y del mester de juglaría. En su trabajo como notario eclesiástico, y con la intención de paliar la decadencia del monasterio, llegó incluso a falsificar documentos para conseguir que los reacios campesinos pagaran sus contribuciones al mismo.

Su poesía trata siempre sobre tema religioso, y está constituida fundamentalmente por hagiografías, esto es, escrituras sobre materia sagrada y por extensión biografías de los santos, en especial aquellos a los que se rendía culto en los monasterios con los que estuvo vinculado: la Estoria de sennor San Millán, la Vida de Sancta Oria, virgen y La vida del glorioso confesor Santo Domingo de Silos, por ejemplo. Su obra maestra es, sin embargo, los Milagros de Nuestra Señora. Otras obras suyas son El duelo que fizo la Virgen María el día de la Pasión de su fijo Jesu Cristo, Del sacrificio de la Misa, De los signos que aparecerán ante del Juicio, el Martiryo de Sant Laurencio, los Loores de Nuestra Señora y tres Himnos, dedicados a Jesús, el Espíritu Santo y la Virgen.

No se muestra como un narrador original, ya que traduce ampliando obras escritas anteriormente en latín; su originalidad y carácter artístico debe apreciarse en el tratamiento de los temas, en el estilo, los detalles costumbristas y adaptaciones a la mentalidad medieval y campesina que añade a dichos relatos.

Su poesía es culta, aunque se reviste de una apariencia popular y utiliza elementos tradicionales; la estrofa que emplea para la versificación es la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo (cuatro versos alejandrinos o de catorce sílabas separados cada uno en dos mitades de siete sílabas por una cesura que coincide con final de palabra y grupo fónico, impidiendo toda sinalefa, y con una única rima consonante en todos sus versos).

Sus obras se pueden dividir en tres grupos:

   1. Poemas sobre la Virgen María: Loores de Nuestra Señora, Duelo que fizo la Virgen y Milagros de Nuestra Señora.
   2. Vidas de santos: Vida de San Millán, Vida de Santo Domingo de Silos, Poema de Santa Oria y Martirio de San Lorenzo.
   3. Poemas doctrinales: De los signos que aparecen antes del Juicio Final y Del sacrificio de la misa

Algunos poemas:


El clérigo y la flor

Leemos de un clérigo que era tiestherido,
ennos vicios seglares ferament embevido;
peroque era locco, avié un buen sentido,
amava la Gloriosa de corazón complido.

Comoquiere que era en ál malcostumnado,
en saludar a ella era bien acordado;
nin irié a la eglesia nin a ningún mandado,
que el su nomne ante non fuesse aclamado.

Dezir no lo sabría sobre quál ocasión
ca nos no lo sabemos si lo buscó o non,
diéronli enemigos salto a est varón,
ovieron a matarlo: ¡Domne Dios lo perdón!

Los omnes de la villa e los sus companneros
esto como cuntiera com non eran certeros,
defuera de la villa entre unos riberos,
allá lo soterraron, non entre los dezmeros.

Pesó'l a la Gloriosa con est enterramiento,
que yazié el su siervo fuera de su conviento;
apareció'l a un clérigo de buen entendimiento,
díssoli que fizieran en ellos fallimiento.

Bien avié treinta días que era soterrado:
en término tan luengo podié seer dannado;
dísso'l Sancta María: «Fizistes desguissado,
que yaz el mi notario de vos tan apartado.

»Mándote que lo digas: que el mi cancellario
non merecié seer echado del sagrario;
dilis que no lo dexen ý otro trentanario,
métanlo con los otros en el buen fossalario.»

Demandóli el clérigo que yazié dormitado,
«¿Quí eres tú que fablas? Dime de ti mandado,
ca quando lo dissiero seráme demandado
quí es el querelloso o quí el soterrado.»

Díssoli la Gloriosa: «Yo so Sancta María
madre de Jesu Christo que mamó leche mía;
el que vos desechastes de vuestra compannía,
por cancellario mío yo a éssi tenía.

»El que vos soterrastes luenne del cimiterio,
al que vos non quisiestes fazer nul ministerio,
yo por ésti te fago todo est reguncerio:
si bien no lo recabdas, tente por en lazerio.»

El dicho de la duenna fue luego recabdado,
abrieron el sepulcro apriesa e privado;
vidieron un miraclo non simple ca doblado,
el uno e el otro, fue luego bien notado.

Issiéli por la boca una fermosa flor
de muy grand fermosura, de muy fresca color;
inchié toda la plaza de sabrosa olor,
que non sentién del cuerpo un punto de pudor.

Trobáronli la lengua tan fresca e tan sana
qual parece de dentro la fermosa mazana;
no la tenié más fresca a la meredïana
quando sedié fablando en media la quintana.

Vidieron que viniera esto por la Gloriosa,
ca otri non podrié fazer tamanna cosa;
transladaron el cuerpo, cantando «Specïosa»,
aprés de la eglesia en tumba más preciosa.

Todo omne del mundo fará grand cortesía
qui fiziere servicio a la Virgo María;
mientre que fuere vivo verá plazentería,
e salvará la alma al postremero día.

Cántica

¡Eya, velar! ¡Eya, velar! ¡Eya, velar!

Velat, aljama de los judíos,
¡eya, velar!,
que non vos furten al Fijo de Díos.
¡Eya, velar!
Ca furtárvoslo querrán,
¡eya, velar!,
Andrés e Peidro et Johán.
¡Eya, velar!
Non sabedes tanto descanto,
¡eya, velar!,
que salgades de so encanto.
¡Eya, velar!
Todos son ladronciellos,
¡eya, velar!,
que assechan por los pestiellos.
¡Eya, velar!
Vuestra lengua tan palabrera,
¡eya, velar!,
havos dado mala carrera.
¡Eya, velar!
Todos son omnes plegadizos,
¡eya, velar!,
rioaduchos mescladizos.
¡Eya, velar!
Vuestra lengua sin recabdo,
¡eya, velar!,
por mal cabo vos ha echado.
¡Eya, velar!
Non sabedes tant de engaño,
¡eya, velar!,
que salgades ende este año.
¡Eya, velar!
Non sabedes tanta razón,
¡eya, velar!,
que salgades de la prisión.
¡Eya, velar!
Tomaseio e Matheo,
¡eya, velar!,
de furtarlo han gran deseo.
¡Eya, velar!
El discípulo lo vendió,
¡eya, velar!,
el Maestro non lo entendió.
¡Eya, velar!
Don Philipo, Simón e Judas,
¡eya, velar!,
por furtar buscan ayudas.
¡Eya, velar!
Si lo quieren acometer,
¡eya, velar!,
¡oy es día de parescer!
¡Eya, velar!
¡Eya, velar! ¡Eya, velar! ¡Eya, velar!

 
   
 
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